Beigbeder, Frédéric
Una historia de amor muy moderna, muy trendy, radicalmente autobiográfica, que el autor-protagonista presenta de forma aguda y desenvuelta, como el lector comprobará.Al principio, todo es hermoso, incluso tú. No das crédito a estar tan enamorado. Durante un año, la vida no es más que una sucesión de soleadas mañanas, incluso cuando nieva por la tarde. Te dedicas a escribir libros sobre esta cuestión. Te casas, lo antes posible: ¿para qué reflexionar cuando uno es feliz? El segundo año, las cosas empiezan a cambiar. Te has vuelto más tierno. Hacéis el amor cada vez menos y consideráis qué no es grave. Defendéis el matrimonio delante de vuestros amigos solteros, que ya no os reconocen. Tú mismo, sin ir más lejos, ¿estás realmente seguro de reconocerte cuando recitas la lección aprendida de memoria y resistes la tentación de fijarte en las señoritas ligeras de ropa que iluminan la calle? El tercer año, ya no resistes la tentación de fijarte en las señoritas ligeras de ropa que iluminan la calle. Sales cada vez más: eso te proporciona la excusa para no tener que follar; Pronto llega el momento en que ya no puedes soportar a tu esposa ni un segundo más, ya que te has enamorado de otra. El tercer año trae consigo una noticia buena y otra noticia mala. La noticia buena: asqueada, tu mujer te abandona. La noticia mala: empiezas otro libro.«En un tono a la vez grave y jocoso, en el que la tristeza se mezcla con la fantasía, la ligereza con el sufrimiento, la ironía con la amargura, este Musset fin de siglo, mediante la confesión de sus sinsabores sentimentales, nos habla del desencanto de su generación» (Dominique Guiou, Le Fígaro Littéraire). «Una brizna de cinismo, un gramo de egoísmo y un deje de insolencia, unas gotas de crueldad y una pizca de bravura. Agítese y saldrá un cóctel sazonado a lo Lacios y aromatizado a lo Musset. Una mezcla detonante de libertinaje y romanticismo» (Jean-Francois Josselin, Le Nouvel Observateur). «Una novela deliciosa, la más vivaz del año» (Fabrice Gaignault, Elle).