Lawrence, Michael
¿Has tenido alguna vez la sensación de que tu vida se ha ido por la taza del váter? Yo sí. Y no ha sido una simple sensación. Tuve un mal presentimiento nada más levantarme aquel domingo por la mañana, aunque si hubiese tenido la menor idea de lo que se me venía encima, habría saltado por la ventana sobre el rosal favorito de mi madre y lo habría destrozado en aquel mismo momento.Pero antes de llegar al “gran cisternazo”, más vale explicar cómo empezó todo. Fue el viernes pasado, otro día en que me desperté con la sensación de que algo iba mal. Esta vez, mi nariz. Me levanté como pude de la cama y me dirigí pesadamente al cuarto de baño con el corazón encogido. El espejo del lavabo me contó todo lo que yo no tenía ninguna necesidad de saber. Tenía un grano en las napias del tamaño de una antena parabólica…