Galván, Guillermo

¿Fue Judas un traidor? Los argumentos a favor de la hipótesis canónica —el Iscariote como gran villano del cristianismo— son suma¬mente endebles. Apenas hay vagas referencias en un par de Evangelios, y son escasamente compatibles entre sí. La avaricia como presunto móvil para la delación no se sos¬tendría en pie frente a un moderno tribunal de justicia, como no se sustenta ante un análisis racional: el tesorero de la comunidad que vivía en torno a Jesús el nazareo habría obtenido un botín mucho más jugoso y menos arriesgado escabulléndose con la bolsa. La única prueba del delito es la contradictoria declara¬ción de unos supuestos testigos que ni siquiera coinciden en los detalles del posterior suicidio, como si se tratase de viejos rumores oídos de otros labios, y no de aconteci¬mientos directamente vividos por ellos. Una losa de silen¬cio se abate sobre la imagen de Judas, cuyo nombre mal¬dito apenas se pronuncia sino para recordar que su alma se abrasa eternamente en el Infierno. ¿Y si las cosas hubiesen realmente sucedido de otro modo? ¿Y si el Iscariote, en vez de traidor, hubiera sido el cómplice más estrecho en los planes del rabino Jesús, tal como sostienen desde los primeros siglos las corrientes gnósticas en los llamados Evangelios según Judas? ¿Y si el resultado final nada tuviera que ver ni con estos planes ni con los del propio Judas? Llámame Judas le ofrece las claves ocultas de esta historia.

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