Vaca de Osma, José Antonio
El rey Fernando se aparece al cronista en la cripta de la catedral de Granada. Allí, en una noche, cuenta la verdad de su vida. Don Fernando no es neutral. Siempre toma partido.¡Y con qué fuerza! Al mismo tiempo, con qué sinceridad y claridad. En esta obra, sus opiniones tienen una profunda proyección política para nuestros días. Nadie como él puede explicarnos sus relaciones con el Gran Capitán, su escepticismo respecto a Colón y su intervención en temas tan graves como los de la Inquisición, los judíos y los moriscos. El Rey Católico reivindica la formidable figura de su padre. Juan II de Aragón, y aclara su conducta con el príncipe de Viana. En todo momento queda patente su compenetración con la reina Isabel a pesar de los múltiples avatares del reinado. Don Fernando no oculta sus argucias, los recovecos de su diplomacia. Se confiesa con sinceridad absoluta, critica el testamento de su esposa y explica por qué se casó con Germana de Foix. Es, a la vez, tierno e implacable, astuto y directo, pecador y buen cristiano; aragonés, catalán y castellano. Una fabulosa personalidad histórica que con la reina Isabel convierte la anárquica y fragmentada España de fines de la Edad Media en la primera potencia mundial. Con razón decía Felipe II: «A él se lo debemos todo.»