Burgess, Anthony
Hacia finales del siglo I d. C. un cronista que vive apartado en Helvecia —alguien que padece de hipocondría— decide completar un relato iniciado por su padre. Dicho relato da noticia de las distintas peripecias de los primeros seguidores de Jesús de Nazareth. A partir de ahí, el narrador nos mostrará la actividad de los discípulos de Jesús, siempre perseguidos pero de cuya fe no abjuran. De Jerusalén a Roma, de Antioquia a Sidón, la novela, repleta de colores y matices, nos narra la conversión de Pedro, que de verdugo de los cristianos se convierte en uno de sus más fervorosos creyentes. También sabemos a lo largo de sus páginas del martirio de Esteban, del ímpetu de Pablo, de sus epístolas y bautismos. Y como contraste, la maldad, lujuria y decadencia de los emperadores romanos de la época. Tiberio, Calígula, Nerón. Sobre este punto la novela nos ofrece un vivo mosaico de la crueldad y desenfreno reinantes y nos muestra la indecisión o el miedo de muchos jerarcas judíos que, más de una vez, y con su deliberado consentimiento hacia Roma, se complacen en perseguir a los apóstoles y creyentes de la nueva fe. Burgess, profundo conocedor del tema del que la crónica nos habla, ha conseguido despertar nuestra fascinación gracias a un retrato vibrante, pletórico de vida, y en el que nos acerca una atmósfera de humana grandeza. Discursos y disputas doctrinarias, sí, vehemencia y dudas, pero también los paisajes y el vino del que disfrutan sus personajes en situaciones que el autor ha sabido conectar muy bien entre sí. Para el lector avisado el presente relato constituye una nueva versión de ese período histórico del que también Robert Graves o Marguerite Yourcenar han participado con admirables páginas.