Peixoto, Jose Luis
La madre posó el libro en las manos del hijo. Qué misterio. El niño no lograba imaginar un propósito para el objeto que sostenía. Pensó en olerlo, pero la puerta del patio estaba abierta, entraba luz, había mucha vida allá afuera. El niño tenía seis años, se le escapó la atención, se distrajo, pero no se desinteresó por el libro, únicamente dejó de interrogarlo en cuanto objeto en sí, empezó a cuestionarlo de manera mucho más abstracta, en cuanto intención, en cuanto sombra de un acto. La madre pronunció el nombre de su hijo: Ilidio. El niño, Ilidio, estaba intentando imaginar en ese momento la intención de su madre, lo que pretendía al entregarle aquel libro que era demasiado grande para sus manos, aunque no era demasiado pesado. La madre volvió a pronunciar el nombre de su hijo, Ilidio. Y los colores de ella volvieron a definirse delante de él.