Tahoces, Clara

Sé por experiencia que es mucho más sencillo alimentarse en las afueras de las grandes ciudades. Hay que sorprender a la presa por la espalda, sobre todo si es grande. Así apenas tiene tiempo de reaccionar y, cuando quiere darse cuenta, ya es demasiado tarde. El ataque debe ser limpio y preciso, pero sobre todo… fulminante.

Cuando por fin la sangre caliente entra a borbotones en mi garganta… es algo sublime, embriagador. Algo que un humano jamás podrá apreciar.

Pero hay que saber parar. Es un instante peligroso en el que es fácil perder el sentido de la realidad. Si no respetásemos esa regla, podríamos ser capturados o destruidos. Nunca fue tan fácil como ahora obtener sangre fresca. Cada época ha tenido sus ventajas e inconvenientes. En otros tiempos, las supersticiones dificultaban el hallazgo de víctimas, pues eran pocos los que se atrevían a vagar por las calles una vez caía la noche. Sin embargo, actualmente las supersticiones parecen no existir. Por supuesto que todavía se cree en asuntos sobrenaturales, pero se han sustituido los vampiros, los hombres lobo y los demonios por brujas de tres al cuarto, líneas 806 y ovnis. Paradójicamente, el progreso y la tecnología se han convertido en mis mejores aliados. Mis actos constituyen a todas luces la obra de algún chalado.

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