San Agustín, Arturo
Sin creer que mi generación ha dado un tipo de individuo que tiene complejo de culpabilidad, es decir, el progre, sí estoy convencido de que muchas manifestaciones solidarias que se dan en Europa son simplemente moda o vacaciones pagadas a lugares exóticos. La pobreza y la in justicia que viven en nuestras esquinas no son exóticas por eso las ignoramos. Cuando Benedicto XVI era cardenal declaró: «Europa no se quiere». Pensé que tenía razón. Europa no se quiere y eso no puede ser bueno. Europa será mujer libre o no será. Harto ya de eso que llamamos «lo políticamente correcto», decidí escribir un texto que uniera periodismo y crónica. Quizá haya escrito una provocación. Si lo he conseguido, habré hecho justicia a quienes en su día me regalaron entrevistas en las que se hablaba de Europa: el compositor griego Mikis Theodorakis, el poeta Ángel Crespo o el portavoz de Benedicto XVI, el jesuita Federico Lombardi, entre otros. Lo único que puedo asegurar es que nunca hubiera escrito este libro si no me hubiera animado un grupo de viejos y verdaderos anarquistas, es decir, librepensadores, que conocieron las cárceles de un general que no sabía montar a caballo.