Cardigan, Be

-Bueno, es el típico caso de chica buena conoce chico malo. Julia se ha liado con el hombre indebido, él ha sacado algunas fotos de ella con escasa indumentaria, se han peleado y ella ahora quiere las fotos de vuelta. -¿Y él se niega a devolverlas? Asiento toqueteando el húmedo botellín de mi sidra. Julia Parks me ha ofrecido una cantidad desorbitada por recuperar esas fotos. Necesito ese dinero. Debería ser dinero fácil, pero la cosa se ha complicado. -No sé cómo voy a entrar en esa fraternidad. Savannah pestañea e inclina el rostro hacia un lado como a veces hacen los perros. Se le está ocurriendo algo. La veo mirar de nuevo hacia Ritz y cuando sus ojos vuelven a mi tiene una sonrisa maliciosa. -Hay una forma muy fácil de entrar en la habitación de un hombre -dice y alza ambas cejas. Soy hija de un ilustre ladrón coreano de guante blanco, quien me enseñó todo tipo de trucos para apropiarme de lo ajeno. Mi objetivo vive en la casa más segura y vigilada de toda la jodida ciudad, lo que hace imposible que llegue hasta su habitación sin que me descubran. Colarme en su casa queda descartado. Ken Ritz debe medir casi dos metros. Su cabello largo y castaño claro y su despeinada barba le dan un aspecto de motero peligroso que contrasta con la dulzura de sus ojos azules y su rostro joven. Sus hombros y su espalda tienen la anchura de un guerrero vikingo y sus bíceps parecen querer romper las mangas cortas y dobladas de su camisa. Lleva un tatuaje del hombro hasta la mitad del brazo y pulseras de cuero en las muñecas. Todos sus movimientos denotan una cosa: peligro. No puedo hacer lo que sugiere mi mejor amiga. No puedo plantarme delante del chico malo y seducirle, para luego robarle.

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