Dorantes, Javier
«La médula del arte es la vida y la médula de la vida el amor. ¿Qué importaba si nunca escribía más que un único libro si lo que había hecho era vivir? ¡Qué escriban los abandonados, los solitarios y los tontos! Sería una idiotez preferir el arte sobre el amor» En El bar más cercano se dan cita los perdedores que, aún con la derrota en su espalda, siguen brindando por los amores perdidos, por las mujeres que dan patria y abrigo, por los trabajos miserables que intentan arrancar la poesía, y justo ahí, en la fiebre incierta del “Dios dirá” está la tregua, la venganza solitaria, la llama que sigue brillando en el espejo, la sonrisa etílica que delata la fe como corona de la redención y hecha fuera la culpa y el miedo.