Aguirre, Ager
Mi madre decía que era un chico especial. Mi padre me llamaba raro. Siempre he tenido unos intereses particulares, pero, a la edad de quince años, cuando murió mi abuela, despertó uno que se convirtió en obsesión. Esa tarde, de pie en la puerta de la habitación, mientras mis padres lloraban, vi su alma abandonar su cuerpo. Desde ese momento me he pasado la vida intentando coleccionarlas. Porque las almas tienen diferente color. En estas memorias quiero contarte cómo lo descubrí, por qué hice lo que hice y por qué es tan importante para mí que me leas y lo comprendas.