Hébert, Anne
El 31 de agosto de 1936, dos adolescentes, Olivia y Nora Atkins, desaparecen en Griffin Creek, un pueblo canadiense en el que la oscuridad parece ser constante. Envidiadas por su belleza, su rastro se pierde en una playa salvaje. La imagen de las muchachas se funde con el paisaje marítimo, y el viento siembra un clima adverso, perfecto para la elucubración, en el que laten las huellas de lo prohibido y lo siniestro. Pronto se descarta que su ausencia sea fruto de la casualidad: la desgracia se viene rumiando desde hace tiempo. A través de las voces de los personajes, así como de algunas cartas, asistimos a un proceso imparable en el que la catástrofe trastorna de manera radical a la comunidad, anquilosada en la tradición y en un exacerbado culto religioso. Y es que el destino del pequeño pueblo quebequés parece estar sujeto irremediablemente a los designios de Dios.