Thompson, Jim
“Quince mil pavos. Eso era lo que le hacía falta antes de que acabase el día. Sin ellos, el sanatorio tocaba a su fin. Sólo había una forma de que el doctor Murphy pudiera conseguirlos. El caso de la habitación Cuatro. Un alcohólico asquerosamente rico y, desde hacía no mucho tiempo, un imbécil completo a resultas de haberle quitado de un tijeretazo cierto tejido nervioso situado entre el punto medio del cerebro y los lóbulos frontales. La familia del paciente de la habitación Cuatro deseaba tenerlo recluido allí, en el sanatorio, a salvo de miradas indiscretas, donde no pudiera hacer daño a la gente y donde nadie pudiera llegar hasta él. Todo lo que el doctor Murphy tenía que hacer era dar el consentimiento para la reclusión.