Cano, Luis
Desde la terraza de mi habitación, en el Hotel Princesa, hay unas vistas espectaculares. Al fondo, la bahía, trazada en pinceladas malva o azul turquesa y cabalgando sobre el agua, la espuma revoltosa que nunca falta en esta época del año. Noviembre es un mes de transiciones en el Mediterráneo, anticipa el frío y al mismo tiempo dice adiós a la última calidez del verano que ya va quedando lejos, como los recuerdos de haber tomado el sol bebiendo un cóctel en el borde de la piscina, justo debajo de nuestra torre. La piscina sigue llena de agua, algo verdosa. Las hojas caídas de los árboles se han acumulado en la superficie, otras ya se han posado en el fondo o flotan en el mismo centro, donde solo unas horas atrás destacaba el cuerpo inerte de un hombre.