Segura, Francisco José
Un leve quejido antes de incorporarse de nuevo y seguir corriendo llegó hasta el marinero de guardia sin resuello. Con una respiración jadeante dijo: —Llama a la policía. —¿Cómo dice? —le respondió atónito el marinero. —Llama a la policía, chaval —repitió el hombre exhausto—. Hay una mujer muerta en los bloques. El inspector Campillo debe tomar las riendas de un nuevo caso ambientado en la ciudad de Cartagena donde nada ni nadie es lo que parece. La verdad y la mentira se fusionan en este juego de máscaras por el que se mueven los personajes.