Twain, Mark
Esta novela de tipo filosófico, no se publicó hasta años después de la muerte de Mark Twain. Fue escrita cuando, después de perder a su esposa y a sus dos hijos, no había llegado aún a la serenidad que caracterizó sus últimos años. El humorismo, tal como yo lo entiendo, es decir, como un producto sano, propio de la efervescente euforia de un alma niña y juguetona, cede aquí el paso a la ironía y al escepticismo. ¡Qué distancia de este Mark Twain, al de La rana saltarina! Mejor escritor y estilista que entonces, pensador mucho más profundo, hizo en El forastero misterioso una obra notable; supo exponer en forma novelesca una filosofía que, si no es original, resulta muy sugestiva; como toda teoría filosófica que se expone con belleza y sentimiento. Quizá esta clase de obras sirvieron para que el espíritu afligido de Mark Twain echase fuera el aguijón que llevaba clavado, y recobrase la tranquilidad de que hablaba Martínez de la Rosa: «Y en ella absorta, embebecida el alma, se recoge en sí misma silenciosa...»El hecho es que la pluma de Mark Twain volvió a purificarse de hieles.