Franko, J. K.
Susie y Roy pensaban que habían cometido el crimen perfecto. Su plan fue muy meticuloso. Su ejecución, impecable. Pero… Siempre hay un cabo suelto, ¿verdad? Siempre hay un hueso cantor. Ahora, mientras sus enemigos se multiplican y abundan las sospechas, su mundo perfecto comienza a desmoronarse. Los cazadores se han convertido en presas.