Bon, Adélaïde
Un soleado domingo de mayo, Adélaïde, una niña de nueve años de familia parisina acomodada, sufre una agresión sexual por parte de un desconocido en el hueco de la escalera de su casa. Como mecanismo de autodefensa, su mente bloqueará los recuerdos del episodio. Pero el trauma de lo vivido derivará en soledad, tristeza y una persistente sensación de culpa y vergüenza que marcarán su vida. Ella tratará por todos los medios de ocultar a los demás el abismo de un sufrimiento que no ceja y tendrá problemas en la adolescencia y en su iniciación en la sexualidad. Veintitantos años después, superado –al menos en parte– ese trauma infantil, Adélaïde revivirá lo ocurrido de nuevo. La policía ha detenido al presunto culpable, un hombre apodado el Electricista, sospechoso de ser autor de decenas de abusos sexuales a menores. Ella –como otras muchas víctimas– es llamada a declarar en el juicio, lo cual la obliga a enfrentarse, cuando ya no contaba con ello, al individuo que le destrozó la vida.