Heymans, Patsy
A los dieciséis años, Patsy Heymans era una adolescente completamente normal: tenía sus amigas, discutía con sus padres y sentía que poco a poco despertaba a la vida adulta. Pero entonces, en uno de los frecuentes viajes que solía hacer con su familia, conoció a Chaim y el mundo cambió. Joven e inexperta, se enamoró de aquel israelí de origen yemenita casi en el mismo momento en que lo conoció. El muchacho representaba todo lo que ella quería. Era dulce, cariñoso, tierno, simpático... y le ofrecía un futuro nuevo y diferente en Israel. Así que, sin hacer caso de los consejos de sus padres, se decidió y se fue a Tel Aviv con él, casándose al llegar. No esperaba que todo sucediera tan rápido, pero al poco tiempo quedó embarazada y tuvo a su primera hija. Seis años después de su marcha de Bruselas, era madre de tres niños y había descubierto ya que Chaim, en realidad, era un hombre inestable, violento y egoísta, que le pegaba y la humillaba continuamente. Cansada de soportar su dolor en silencio, pidió ayuda a su padre y éste consiguió sacarles a los cuatro del país. Pero su marido no estaba dispuesto a rendirse y, tras acosarla en repetidas ocasiones, secuestró a los tres niños, desapareciendo con ellos sin dejar rastro. Todo el dolor que había sufrido Patsy hasta entonces no era nada comparado con lo que aún le quedaba por pasar, recorriendo medio mundo, luchando en Sodas las oficinas, suplicando ante todas las embajadas, hasta que consiguió localizar de nuevo a sus hijos y recuperarlos para siempre.