Gaspar y Rimbau, Enrique

Existe un casi olvidado pero delicioso libro sobre viajes en el tiempo que, además de ser un pionero y haberse adelantado a H.G. Wells, fue gestado por dos españoles. El Anacronópete, tal es el título de esta obra, vio la luz en 1887, una genial narración donde aparecen las aventuras surgidas tras la invención de una máquina del tiempo, cosa que los asombrados habitantes del siglo XIX no terminaban de creerse. Anacronópete es una palabra formada por tres raíces griegas. Ana, significa atrás, cronos es el tiempo y petes es aquel que vuela. En conclusión, aquel que vuela hacia atrás en el tiempo. El escritor teatral Enrique Gaspar, publicó su especulación crononáutica en Barcelona, allá por el año 1887, pero su osada apuesta pasó bastante desapercibida, el público no se mostró dispuesto a forzar tanto su imaginación y este título cayó pronto en el olvido. Pero esto no le quita ningún mérito, porque además de ser la primera novela de la literatura occidental donde se habla de máquinas del tiempo, también resultó ser la primera novela de ciencia ficción española. La novela de H.G. Wells, La máquina del tiempo, fue escrita en 1895 y, pese a ser considerada la precursora del género, llegó en segundo lugar, aunque esta vez con pleno éxito de público y crítica. El Anacronópete está dividida en veinte capítulos. Los seis primeros muestran detalles de la máquina y de las teorías científicas de su inventor, el excéntrico profesor de astronomía y geología Sindulfo García. El objetivo del inventor no era otro que viajar hasta el origen de la Tierra para ver cómo surgió la vida. En las primeras escenas del libro, Sindulfo, a quien se supone célebre científico español conocido universalmente, explica en un salón parisino los detalles de su máquina ante un absorto público. La teoría del viaje en el tiempo no tiene secretos para el gran Sindulfo, que explica cómo retroceder al pasado volando en el sentido opuesto a la rotación de la Tierra, jugando a la vez con artilugios que descomponen el aire atmosférico y ¡ya está! Camino al pasado remoto. Aventuras y humor se entremezclan en toda la narración, pero los lectores decimonónicos no estuvieron dispuestos a saborear esta joya. Una pena para ellos porque, actualmente, reeditado ya en España tras décadas de acumular polvo en estantes oscuros, la novela sigue tan fresca y sorprendente, el tiempo no la ha marchitado. Enrique Gaspar, quien como cónsul había recorrido medio mundo, ideó el texto y Francesc Gómez Soler, uno de lo mejores ilustradores españoles del la época, creó las imágenes. Son precisamente sus dibujos para esta novela, las primeras representaciones visuales conocidas de una máquina del tiempo en toda la historia.

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