Tusell, Javier
En principio resulta tan evidente el interés que puede despertar en el lector una biografía de Luis Carrero Blanco que ni siquiera necesita justificarse su redacción. Un hombre que estuvo durante tantos años al lado del general Franco, desempeñando un papel que a nadie se le ha podido ocurrir que fuera banal, debe ser un objeto prioritario de biografía política. Sin embargo, hay otra imagen, que su persona evoca de forma inmediata, que hace pensar, también desde el primer momento, en una dificultad inicial para escribirla. Carrero Blanco fue a lo largo de su vida un protagonista político situado, por voluntad propia y de forma casi obsesiva, en una segunda fila. Eso ha podido producir acerca de él una impresión que, desde luego -hay que decirlo ya mismo-, el presente libro contribuirá a cambiar: la de que era un simple ejecutor de decisiones que tomaba otro, un hombre carente de iniciativa y sin significación específica, poco más que un fiel ejecutor de la voluntad de otro. Afortunadamente hay otro rasgo de su personalidad que le convierte en bastante más accesible de lo que podría pensarse en un principio. Pemán escribió de Franco que de él no se podía saber lo que pensaba sino por lo que se le escapaba (que, por cierto, no solía ser mucho). Carrero respondía a otro tipo humano muy distinto. Discreto, era también un hombre de despacho, en absoluto un hombre de discurso y todavía menos ese género de político conspirador y maniobrero que tan frecuente ha sido en la vida pública española. Para el historiador eso tiene una enorme ventaja, por la sencilla razón de que, a lo largo de su vida, fue dejando el rastro de sus opiniones, sus consejos a Franco y sus programas políticos por escrito, en unos textos elaborados de forma escrupulosamente medida. Como tantos otros personajes políticos del inmediato pasado, Carrero Blanco ha sido objeto de interpretaciones inteligentes de algún historiador o de quienes convivieron con él en la tarea política. Pero ha habido también una literatura magnificadora de minucias, inventora de detalles inverosímiles o simplemente superficial que más bien ha desorientado que contribuido a situar mejor al personaje y, por lo tanto, facilitar el mejor conocimiento de una época. Faltaba, pues, una biografía política de Luis Carrero Blanco como la que aquí se intenta: un libro que parte de fuentes originales y que debe tener en cuenta también la totalidad de la bibliografía existente para perfilar, de una forma comprensiva, el papel que tuvo un personaje en la vida pública de su tiempo.