Hacyan, Shahen
A medida que los instrumentos de los astrónomos —sus "ventanas" al Universo— se hacen más complejas parece que creciera la extrañeza de lo que contemplan. Así, en fechas recientes, se han sumado a la lista de cuerpos celestes objetos nuevos: pulsares, cuasares, estrellas de cuarks; mundos de naturaleza elusiva, aún no bien entendidos del todo, en los cuales las leyes de la física deben ser muy distintas de las que conocemos ahora y cuya existencia prueba una vez más el aserto del astrónomo inglés Fred Hoyle: "El universo es aún más estraño de lo que nos imaginamos." Los agujeros negros, entre los descubrimientos estelares más recientes, son los que han captado con mayor fuerza el interés de los astrónomos y legos en la materia, tanto por su extraño nombre, acuñado por el astrónomo John A. Wheeler, como por lo peculiar de su comportamiento. Los estudiosos consideran que la formación de un agujero negro es la fase última y natural, de la evolución estelar, esto es, del nacimiento, vida y muerte de una estrella. Para que se forme un agujero negro la estrella debe ser muy másiva, de modo que al colapsarse debido al agotamiento del "combustible" que la mantiene en funcionamiento como un horno atómico gigantesco, cierre los espacios intermoleculares y su fuerza de gravedad se haga tan intensa que impida salir algo de ella, ni siquiera la luz que atrapa. De ahí su nombre de agujero negro.