Decoin, Didier
Francia, 1912. Horty, un joven obrero que trabaja en una fundición, gana el primer premio en el concurso anual de fuerza que organiza la empresa: un billete de ida y vuelta para ir a Southampton a ver la partida del Titanic. Durante la noche, en su habitación del Gran Hotel de Southampton, llaman a la puerta: una hermosa muchacha le pide alojamiento. Es una camarera del Titanic: debe embarcar al día siguiente y todos los hoteles de la ciudad están completos. A la mañana siguiente, ella ha desaparecido. «Ésta es la historia de un amor tan extraño –afirma el autor–, que nunca estuve seguro de que me atrevería a escribirla. Pero al final, la necesidad de contarlo resultó más fuerte que mi pudor. Se trata de la pasión que –durante el año 1912, el año del Titanic– sintió Horty, un estibador de cincuenta y dos años, por Marie Diotret, una joven camarera del trasatlántico. El mundo no estaba hecho para ellos.» La camarera del Titanic es la historia de una mentira dicha casi sin querer. O, mejor dicho, de un deseo tan poderoso que para sobrevivir hubo de tomar la forma de la mentira.