Gopegui, Belén
No hay fortaleza inexpugnable ni prisión que no contenga un defecto.» Así piensa el hacker que se infiltra en un ordenador ajeno con la intención construir una relación que salve a un amigo de las redes oscuras del tráfico de información confidencial. «No hay fortaleza inexpugnable ni prisión que no contenga un defecto.» Así piensa la vicepresidenta del gobierno, que todavía no ha perdido la esperanza en el cambio. «No somos más que bolas de billar en un tablero que obedece siempre a la misma cascada de causas y efectos», pero, en contadas ocasiones, una ligera objeción o, incluso, una omisión pueden cambiar el rumbo de las cosas. Nunca creeríamos que una persona normal estuviera «dispuesta a jugarse su expectativa de una vida razonable y no sobresaltada», pero hay excepciones. Porque a veces la intensidad del deseo acaba con toda prudencia. A veces no podemos contener nuestras ganas de saber.