Soriano Lázaro, Eulogio
La obra, en segunda persona reflexiva, se sitúa en los años cuarenta del pasado siglo. Habla un niño, la primera generación de la posguerra. Se limita, en una narración amena y fluida, a contar la vida de la comunidad rural en una “aldea” o “lugar” situado al pie de la Sierra de Cucalón u Oriche. En Teruel. Las entrañables faenas agrícolas, aunque durísimas, con técnicas primitivas, la siega, la trilla, las tradiciones orales, las fiestas… Eulogio echa una mirada atrás, con la perspectiva de los años vividos en una sociedad cambiante que olvida con prontitud. No es una novela ni un autorretrato escrito en primera persona. Es un álbum de fotografías sin imágenes, donde las palabras dicen mucho más que las nebulosas fotos de tonos sepia, hablándonos con cercanía y nostalgia de costumbres, trabajos, sociedades y tipos humanos.