Vichi, Marco

Florencia, diciembre de 1965. Un hombre es hallado asesinado en su casa: el asesino le ha clavado unas tijeras en la nuca. Se sabe cuál era la profesión del muerto, una profesión tan rentable como desagradable: era un usurero, y la gente, como queriendo subrayar que no era natural de la ciudad, le llamaba \"el recién llegado\". De la primera inspección no emerge ningún indicio significativo. La primera pieza del rompecabezas la ofrecerá la autopsia realizada por el forense, Diotivede. El comisario Bordelli, encargado de echar luz sobre un delito que suscita en él sentimientos contrapuestos -la necesidad de hacer justicia pero también una profunda hostilidad hacia la víctima- se dispone a iniciar una investigación que se presenta, como mínimo, ardua... En su tercera cita con el comisario Bordelli, Marco Vichi vuelve a ofrecernos un personaje vitalista, con sus costumbres y estados de ánimo y una profunda humanidad, sobre un fondo constituido por un asunto siniestro y a la vez revelador de una determinada realidad italiana.

Franco Bordelli es comisario en Florencia (Italia) en los años 60.Nació en 1910. Fue comandante del batallón San Marcos durante la guerra contra los alemanes tras el armisticio con los Aliados. En el año 1948 trabajó para Paloma Blanca, una organización que buscaba nazis huidos de la justicia para ejecutar las sentencias pendientes de los juicios de Nuremberg.

Soltero, tiene una relación ¿platónica? con Rosa, ex-prostituta de 50 años. Fuma y bebe demasiado. Conduce un Escarabajo.

Es un hombre melancólico, que se siente mayor y revive a menudo su pasado como soldado.

Compasivo, odia las redadas, le parecen un trabajo inútil donde sólo se consigue atrapar a pequeños delincuentes, muchos de ellos son sus amigos. Con los auténticos criminales es implacable.

Sus compañeros:

Piras, joven, sardo, hijo de un compañero de armas de Bordelli.

Mugnai, al que siempre manda a hacer recados.

Dr. Diotivede, forense.

Bordelli suele comer en la cocina de Totó, en la Trattoria \"Da Cesare\": espagueti con almejas o mejillones, pasta con espárragos, ribollita (cocido de verduras toscano), pollo con alcachofas fritas, conejo en salsa, bacalao a la livornesa, salmonetes asados o filete de cerdo con leche, tomate y semillas de hinojo.

De vez en cuando reúne a varios amigos para cenar en casa, cocina el Botta, un delincuente que ha aprendido cocina internacional gracias a sus \"estancias\" en las prisiones de distintos países.

Para beber: cerveza, vino, grappa, cognac y café.

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