Valle-Inclán, Ramón María del
VIVA MI DUEÑO -la segunda de las piezas de EL RUEDO IBERICO, editada por vez primera en 1928- nos muestra, de forma ejemplar, la nueva visión de la realidad humana y los vigorosos medios expresivos que constituyen el núcleo del estilo esperpéntico del segundo periodo de Valle. Los años finales del reinado de Isabel II -el grotesco microcosmos de corrupción, intriga y estupidez de la corte, recortado sobre el horizonte de la vida miserable y dramática del pais- sirven de materia prima para un cruel e irónico artificio literario, construido según los cánones de una estética sistemáticamente deformada, que proyecta hacia el pasado el dolor y la angustia de la España del presente. "Aquí se dan las mayores alturas señaló Pedro Salinas en su célebre trabajo sobre "el hijo pródigo del 98" que alcanzó Valle en punto a plasticidad, a policromía, a la audacia de uso de toda clase de elementos pintorescos, superando milagrosamente la vulgaridad del cromo a fuerza de usar sin tasa, pero con genial tino, el chafarrinón, el tizne, la estridencia y las pinceladas de brocha gorda".